El libro de Juan Alcaide (2001)

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Coincidiendo con la conmemoración del cincuentenario de su muerte quisimos hacer un homenaje a Juan Alcaide, gran poeta valdepeñero.
Músicos, equipo técnico y colaboraciones:
Voz: Antonia Fernández de la Puebla, Pedro Chaparro, José Ignacio Cordero, Adrián Rodríguez de Borlado, Sandra Díaz-Meco.
José Ignacio Cordero: Guitarras, bajo, teclado, sintetizador y armónica.
Adrián Rodríguez de Borlado: Guitarras, sintetizador y botella de anís.
Tomás Casero: Percusión.
Eduardo Pérez Romero: Guitarra Flamenca.
Diseño de carpeta e ilustraciones: Alicia Contreras.
Fotografía: Carmen González Bermejo.
Grabado en los estudios de la Asociación Poesía la Mancha.
Arreglos y producción: Espliego.

EL LIBRO HABLA
Lector: Soy el fruto de un árbol enfermo,
enfermo de amores y melancolía,
y quiero el ensueño del sueño que duermo
contarte muy quedo, como contaría
un hijo a su madre su primera pena…

Pobres las abejas, pobre es la colmena;
pobres los veneros, pobre el manantial;
mas el agua mana límpida y serena,
y la miel, dorada, rebosa el panal.

Todo te lo ofrezco, lector; pero siente:
si yo, como un hijo, lo que sé te digo,
aunque no germine mi humilde simiente,
tú, como una madre,…¡sé bueno conmigo!

PRIMERA PÁGINA

Fueron, lector, temas sabidos…
Vivo mi hogar de antiguo fuego,
formé estos versos que, reunidos,
dan alma al libro que te entrego.

El pobre libro de mi vida,
en que soñé más que viví,
y en cuyas páginas, vertida,
yace la sangre que perdí.

Todas las cosas que en él veas
serán tan viejas de ideales,
que en otro tiempo, lector, creas
haberlas visto casi iguales.

Aquí, un placer; cerca, una pena;
más tarden un ansia; luego, un gozo…:
¡ésa es la miel de mi colmena
y ésa es el agua de mi pozo!

Y eso es lo poco que hallarás
y eso es lo poco que te doy;
no pidas más si no doy más,
que a ti te entrego cuanto soy.

Cuanto en sollozos he reído,
cuanto en sonrisas he llorado,
cuanto he soñado en lo vivido,
cuanto he vivido en lo soñado.

Cuanto sané tras la lectura
de bellas páginas que un día
me descubrieron la cordura
de conocer que no sabía.

…Y este es el libro; en sus veneros
y en sus celdillas , agua y miel:
mis pobres verso, los primeros,
que, con ternura, reuní en él.

Si amarga sed tus labios toca,
ya que el sufrir nos vuelve hermanos,
¡lleva este libro hasta tu boca
con el fervor que yo a tus manos.

LA NOVIA

Tenía la luna nueva en la sangre.
Dejaba un escalofrío,
cuando pasaba en el aire.
Los ojos, de ese color
que no puede decir nadie.
-Hijo, ¿qué tienes?
– Pesares;
que yo tenía una flor
en aquella rama, madre.

Ella, como nardo duro,
quilla de nardo en la nave
de sus diecisiete acentos,
sesgó la crin de mis mares.
Yo me buscaba el dolor
del agua cuando la parten
-Hijo, ¿qué tienes?
-Cantares…,
cantares a aquella flor
que tuve en su rama, madre.

Se desangraba el estío,
se la llevaba su amante,
y ella volvió la cabeza…
Se abrió las sienes la tarde!
Lloraba en la rama verde
la seca flor de mis ayes.
-Hijo, ¿qué…?
-¡Déjalo, madre!;
tengo…¡lo que se le pierde
cuando la cogen del talle!

AHORA SOY YO

Ahora soy yo el que marcha,
ahora, yo; y en el vidrio cuadrado de mi coche
va la hilandera noche
tejiendo un velo gélido de escarcha.

El ojo del convoy
destila sangre en el paisaje vasto.
No sé si vengo o voy:
mi enigma vaga en el silencio casto…

Mi coche es la quimera;
es el tren ,que acelera
su marcha sin cesar, Mi fantasía;
recuerdos, el paisaje;
la noche negra y gélida…¡ el coraje
de si pudieras olvidarme un día !

SED

Pienso en mi sed, Señor; mi sed de todo
La sed la cuida el agua, y Tú me riegas
Pero si Tú te cansas, si te niegas,
¿qué va a ser de mi cielo y de mi todo?
Si de esta sed de sed donde me acodo,
secando mi soñar Tú me despegas,
ya no podrán mis páramos ser vegas:
se habrá secado el charco y no habrá modo
No tendré ni una flor que me desclave,
ni un sapo que remueva mi delito,
ni el jabón de una estrella que me lave.
¡Señor, Señor, Tu lluvia necesito!
Quiero nutrir mi sed, que no se acabe…
¡No quiero verme en bloque de granito!

EL PENSAMIENTO PERDIDO

Si él era viento, ella era llama;
Si él era aroma, ella era flor.
¡Ay del amor, del amor, del amor!
¡Ay del amor que de veras se ama!
Si él era muro, ella cimiento;
ella era sol, si él era día.
Pero a veces el pensamiento
se le perdía…
El se dejaba de querer,
y ella a quererlo se entregaba.
Él que le hicieran; ella, a hacer.
Y el amor por su puente pasaba.
¡Ay del amor, del amor de mujer!
¡Ay del amor que se da y no se acaba!

Y así la vida: llama y viento,
cimiento y muro, sol y día…
¡Ay del amor que descubre el tormento¡
de una mujer: la que más nos quería!
(Pero a veces el pensamiento
se le perdía…)

DICEN QUE TENER TENÍA

Dicen que tener tenía
los ojos verdes, Pastora.
Hierba y lumbre, noche y día
de granado y zarzamora.

Piropo de sal muy fría,
su sonrisa triunfadora;
por darle calor, le abría
cinco claveles la aurora.

Dos cauces de menta, helados,
bajo los puentes callados
de sus párpados de asombro.

¡Dos ojos, Pastora Imperio!
De los que cargas tú al hombro
como una cruz de misterio.

HOMBRE DE TIERRA TAN DE TIERRA TIERRA

Mi vida sólo ha sido
ese alpargate enorme de una barca.
Tripulación de nadie en un anuncio
sujeto a una alcayata.

El mar y el aire, idénticos.
Sobre la triste playa,
lo mismo es el vapor sin singladuras
que el tacón y la suela sin jornada.

Hombre de tierra tan de tierra tierra…
Lobo con las cuadernas destrozadas…
Una esquina…, una ola…
¡Dolorosa prisión de la distancia!

Colón sin Nuevo Mundo
Don Quijote sin La Mancha.
La cometa, sin polen de la rosa;
la brújula, sin fiebre nivelada.

Un poquito de barro y mar -¡y cielo!-…
¡Un estraperlo de la infancia!

ESTA ROSA DE HUESO…

Esta rosa de hueso
que forma mi rodilla, madre mía,
me ha sostenido en peso,
cuando hacia Ti subía
por las gradas de aurora de tu día.

De amarilla que era,
llegando hasta quemar, se hizo granate.
Respiró primavera;
y el temblor que le late
me enciende de corales la piel mate.

Todo yo soy tan sólo
ese hueso que sangra y me mantiene.
Mi ser, de polo a polo,
es ese punto lene
en que toda mi vida se sostiene.

Fulcro de mi palanca,
a él le debo tu mundo de hermosura
y el volver a ser blanca
esta pobre ternura
que, a través de mis selvas, se hizo oscura

Sólo así ,a rodillazos,
he podido llegarme hasta tu seno.
Así pedí a tus brazos,
para mi nuca, un freno.
Así limpié mis dientes de veneno.

¡Cómo trepé ! En el codo
de esa escarpia en que até mi pobre asnillo
me palpitaba todo :
tu voz, tu paz, tu brillo…
¡ Recobré la virtud de lo sencillo !

” ¡Oh, cristalina fuente !”
¡ Oh luna en mes de enero y noche clara !
¡ Oh, frente, frente, frente
de custodia en el ara!
¡ Oh, rostro en que mi boca se limpiara!

Tanto amor me has sembrado,
que hasta tengo perdón para el que he sido
¡ Qué gozo haber llorado !
Mis surcos me han bebido,
y de un rico tempero se han vestido.

¡ Nunca ya ,Madre mía,
se asfixie mi trigal de avena loca !
¡ Nunca jamás, María !
¡ Tócame siempre, toca
constantemente el aire de mi boca !

Y este encendido hueso
que soportó mi carga hasta encontrarte,
¡ consérvamelo ileso !
¡ Que antes sienta mi espina que se parte,
que ver rota esta llave de tu beso !

CUATRO NIÑAS

Cuatro niñas lo lloraban
con lágrimas de mujer.
Cuatro pañuelos temblaban
dentro del atardecer:

-Que no lo sepan los juncos
de la ribera del río.
¡Ay qué limón de amargura!
¡Ay qué limón de martirio!
Que lo ignoren las casadas
y lo sepan los maridos…
Que lo ignoren las casadas
y lo sepan los maridos…

Cuatro niñas lo lloraban
con lágrimas de mujer.
Cuatro llantos se clavaban
dentro del anochecer.

EL POETA AL VOLVER

Palabras a la tierra que dejara un día
Tú no me recibiste como yo te esperaba.
Yo me hubiera tendido sobre toda tu frente,
y abriéndome las venas, quedándome en la grava,
te hubiera dado el zumo de toda mi corriente.

¡ Qué gozo el ir midiendo cómo en ti me volcaba !
Verme sólo un respiro que da diente con diente,
calarte la corteza mientras me desmayaba
siendo sólo el ensueño de volverme simiente.

Simiente en ti hecha un clavo de tuétano divino,
para abrirte hacia el cielo la herida de un camino
como un pozo hacia el aire donde bebiera Dios.

Mas no acudió al regreso la gracia que emplazamos,
yo guardo de tu historia mi Domingo de Ramos..
¡ Y este Viernes de Muerte que nos pierde a los dos !

TANTO ME AFILAS LOS DEDOS

Tanto me afilas los dedos
que sólo me quedan uñas.
No es sangre; es hielo molido
lo que en mis manos circula.

El sol de mi corazón
por tí se partió en diez lunas.
Los diez soplos de mis manos
se han muerto por causa tuya.

Ven.
Ven, ¡ que ya no tengo
ni nave ni brújula !

ISABEL: AGUA PASADA

Bien te lo dijo el espejo
aquella mañana clara:
“Ya, de tu boca el bermejo
clavel, se amustia en tu cara…”

“Ya hay un hilo de tisú
entre tus crenchas de miel;
ya, siendo tú, no eres tú,
Isabel…”

Pero siguió tu alegría
-tu infancia de treinta años-
temblando en la ardiente y fría
luz de tus ojos castaños.

Y el espejo, en su interior,
rosa de azogue y cristal
lloró sobre el tocador,
su rosal.

El sueño azul de aquel día
tuvo un despertar de oro;
sudor la noche traía
de una estrella en cada poro.

Pasó la ronda cantora
de aquellos que no quisiste:
vieja la copla, y…ahora,
por vez primera, la oíste:

“No culpes a nadie;
tú venías siempre a tiempo
y has querido llegar tarde.”

Y aquella noche sonó
a hueca sonajería
tu risa…(Viento que heló,
de pronto, el agua que hervía.)

Y cuajó en llanto -no en hiel-
la tardanza descubierta;
y fue tu llanto, Isabel,
por ti, viviendo, ya muerta

…Así se apaga tu vida
de señorita aldeana.
Ayer, fontana escondida;
hoy…¡no eres ya la fontana
para la boca encendida!

SE DUERME EL NIÑO

Dos alfileres de sol
punzan sus ojos de fiebre.
La madre le besa y canta:
“Duerme, mi nenito, duerme..”
El fino tamiz de bronce
de una campanita cierne
su blando tañido, blando
blando, blando como el nene.
“Madre, ¿es cierto que hay un sitio
que si a él se va no se vuelve?..”
La madre suspira y dice:
“Es el cielo; allí florecen
las almas que fueron buenas
en la tierra..¿Me comprendes?…”
Se oye otro suspiro. El niño
mira, sin ver, sus juguetes.
En el espejo del cuarto
tiembla un puntito celeste:
el primer lucero; el niño,
con sus ojazos le muerde…
Se fue la estrella a la noche,
sin saber cómo. De nieve
parece el rostro del niño,
que se durmió para siempre..
¡La luna es como la hoja
de la segur de la muerte!

MEDITACIÓN ANTE EL FINAL DE UN AÑO

Sentado al borde del sendero mío
-polvo de vanidad, rayo de orgullo-,
quemo en el incensario de mi hastío
sublime incienso de materno arrullo

Y gozo la dulzura
de esa ilusión divina
que nos lleva al ayer, que no es negrura,
galopando en un alba diamantina.

Y comienzo a vivir…
(La Ciencia sella
conmigo un pacto; me abrirá su entraña,
y, a cambio de mi vida, ahondando en ella,
veré lo verdadero y lo que engaña).

II

Vagué en la sombra bruta; vano arquero,
siempre al viento la flecha del agravio
tuve para el sencillo compañero.
…Hoy, meditando al borde del sendero,
me juzgo malo ¡sin lograr ser sabio!

Sentí una tarde de tediosa calma
punzarme el corazón, que no sentía;
flora de luz celeste, nueva el alma,
sobre la rama vieja, florecía.

Y un verso oculto me llegó al oído:
añoranza de ayer, dolor presente,
temblor de buche de palomo herido,
crujir de leño y sollozar de fuente.

Mas sin alma nació, muerto en primores,
como el rayo de luz nace-en la arista
de un prisma de cristal -muerto en colores.
Hoy sé que son vulgares mis dolores,
¡y aun ni vulgar me considero artista!

III

Quiero, libre del Arte y de la Ciencia,
quitando -al borde de mi ruta- el cieno
que salpicó el cristal de mi inocencia,
vivir de nuevo modo la existencia,
y no del que condeno,
pues sé que…(me lo dice mi conciencia)
ni soy sabio, ni artista, ¡ni soy bueno!

AMOR A ANTONIO MACHADO

Aquí me tienes, con el alma hambrienta
de sed, como aquel día.
La sangre se me cuaja y me fermenta
por no llorarte el llanto que debía.
Lo mismo que un pecado,
me punza el esternón cuando te cito.
Y así voy yo: de hueso traspasado;
con mi propio puñal en mi delito.
Porque no te me vas ni cuando quiero
borrarte ingratamente.
Ni entonces. Por mi espina baja el Duero..
.Y lloro, lloro, lloro.
Y el llanto más de mí, se me agarrota.
La angustia me tapona, poro a poro
Y ya soy todo llanto y todo gota.
Pero me quedo en pie. No me deshago.
Soy lágrima que cuaja.
Me recrimino. El corazón me llago…
Y el Duero por mi espina baja y baja
Floreceré en tu espiga de centeno
Maduraré en tu trigo.
Sabré contar. Cantar. Sufrir. Ser bueno
Y hablarle a Dios, llamándole “Mi Amigo”.
Y cuando una mañana
me llore por completo y pierda el paso,
ya curada esta sed -del alma, gana-
sin líquido ni vaso,
si tú sales a verme
¡no quiero de otra luz que me dé ayuda!
Tu verso olerá a madre, a bienquererme
¡Castilla se alzará, toda desnuda!

CORTE

El libro acaba aquí.
(Y hay un secreto en este terminar: que no termina.
El minutero-bestia de la noria,
sin hora en agua que marcar, lo explica.
Y es el secreto ese…
¡Oh!, no es de la palabra todavía.)

Mujer: cuando te encuentres una noria,
llaga en costra de sed, piensa en mi vida…
¡y en esa mula triste
que no puede mirar a donde mira!

Y nada más.
¡Ya tienen tus niños para hacer las pajaritas!…